jueves, 4 de octubre de 2018

Reflexiones sobre el torneo de debate


Cuando se nos planteó el ejercicio de organizar un torneo de debate en las 2 horas de clase me quedé de piedra. No conocía nada de este tipo de competiciones, salvo por alguna mención en películas norteamericanas. Pero la verdad es que nunca me había planteado tomar parte en ninguna porque, a pesar de que me encanta debatir en mi círculo de amigos, no me motiva demasiado convertirlo en una competición. Sin embargo, tengo que aceptar que el hecho de tener que organizarlo todo en un espacio tan corto de tiempo lo entendí como un reto y me motivó bastante.

La actividad planteada en el blog ya traía bastante bien definidos los puntos que había que concretar. Tenía claro que la forma más rápida y efectiva de organizarlo todo era reuniéndonos toda la clase e ir definiendo cada uno de los puntos por consenso o, en su defecto, por mayoría. Y así fue como en menos de media hora conseguimos acordar la estructura del torneo. Acordamos el tamaño de los equipos para que el torneo tuviera suficiente recorrido, realizamos grupos de trabajo a los que se les asignaría diferentes tareas, seleccionamos los temas de entre algunos mencionados en otras asignaturas del master, asignamos un tema a cada ronda del torneo, etc. En resumen, fuimos capaces de articular el esqueleto necesario para ponernos a trabajar de manera grupal.

Me gustaría señalar que este proceso fue más rápido de lo que esperaba. Sin duda, demuestra que cuando tenemos que trabajar contra el reloj somos capaces de dejar las nimiedades de lado y centrarnos en sacar el trabajo adelante de la manera más resolutiva posible. Espero que este fenómeno se demuestre válido en lo que a la labor docente se refiere…

Una vez hecho esto, cada grupo se puso a trabajar en lo suyo. Los cuatro grupos que iban a debatir preparando su argumentario y el grupo organizador definiendo al detalle el reglamento. Es cierto que este último grupo tuvo una carga de trabajo mayor que los demás. Tuvieron que invertir más tiempo fuera de clase, lo cual debemos agradecer. Para posteriores ediciones, propondría equilibrar más esa carga de trabajo asignando más gente o recursos.

Y en cuanto al debate en sí, la primera ronda empezó con cierta dificultad. Se notaban los nervios y la falta de experiencia de los integrantes de los equipos en estas lides. Pero, a medida que avanzaban las rondas, el nivel de los debates creció de manera palpable. Quedó claro que los seres humanos somos muy flexibles y que nos adaptamos a las condiciones de nuevos entornos (competitivos en este caso) con suma facilidad. En este sentido hago hincapié en la buena labor de la organización. Al final de la primera ronda explicaron algunos parámetros a valorar en su sistema de evaluación. De forma inmediata los equipos que participaban en la segunda ronda interiorizaron estos criterios y mejoraron de forma notable.

¡Para terminar, solo queda felicitar a la organización y a los ganadores por su magnífico trabajo!

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